Mayte Martín, Flamenco clásico

  • Posted on: 15 April 2018
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Alcé la copa cuando supe que la jazz Cava de Vic programaba un concierto de Mayte Martín en formato íntimo, de flamenco, en el que únicamente está el cante y el acompañamiento de la guitarra. Poder disfrutar de un espectáculo de estas características en una sala pequeña y de manera casi familiar no tiene precio. El calor, la proximidad y como se disfruta, no tiene nada que ver con los auditorios oficiales, donde se respira una frialdad y una lejanía que pierde toda la magia del contacto entre público y artistas.
Vaya por delante que soy un gran fan de Mayte Martín. He tenido la suerte de verla en todos los formatos que ha ido presentando a lo largo de su carrera, desde boleros a cante para el baile, por ejemplo. Sin embargo, lo que siempre me ha gustado más de ella es cuando canta flamenco en formato desnudo, el que va a las raíces, el que se interpreta con el único acompañamiento de la guitarra . La Mayte de la época de Muy Frágil, su primer disco de estudio, fue para mí una sacudida que siempre me ha acompañado. Después de aquel primer atrevimiento, fue puliendo y ordenando de una manera muy particular el repertorio clásico de flamenco. Desde entonces, e incluso antes de la edición de aquel álbum, la he visto acompañada de Chicuelo, el Califa, Cañizares y Juan Ramón Caro. Mayte siempre ha tenido un gran ojo y un gran acierto eligiendo guitarristas que saben elevar su manera de cantar. Ahora hacía muchos años que no la veía en este tipo de formato, por eso celebro que realice una serie de recitales de cante y guitarra durante las próximas semanas. 
En la Cava de Vic, explicó que estaba empezando a dar forma a este formato con un nuevo compañero de viaje, el guitarrista Alejandro Hurtado. Era la tercera vez que tocaban en directo juntos. Yo no había oído Alejandro Hurtado, pero después de lo que vi puedo asegurar que será un nombre a tener en cuenta, al menos en la guitarra de acompañamiento a cante. En un primer momento vi enseguida que Martín había escogido un guitarrista de aquellos que a ella le gustan, limpio, nada brusco. Un guitarrista de los que trabaja las armonías, con una suavidad en los dedos muy especial. En ese primer instante me condujo al recuerdo de Juan Ramón Caro, el de la etapa de Querencia. Donde vi que Hurtado era algo más que un gran acompañante al cante fue cuando interpretaba las alegrías de Cádiz. Con la cejilla puesta en el séptimo traste, con poco recorrido de diapasón y con la dificultad añadida de sacar un buen sonido por la estridencia de los agudos, construyó unas melodías y un lenguaje muy cuidado, elaborado y nada chillón. Allí, con una Mayte espléndida, cantando letras populares, las mismo que había incluido en las alegrías que había grabado veinticuatro años antes en Muy Frágil, pudimos ver la enorme evolución y la grandeza de su cante.
El recital había comenzado con una granaína de Antonio Chacón, una granaína que cantó con total conocimiento y aplicando una sensibilidad como sólo ella sabe. Mientras Hurtado, acompañaba al más puro estilo de Ramón Montoya, el que fue el guitarrista de Chacón. Imprimiendo aquel saber hacer del padre de la guitarra flamenca, pero transportado al viaje con el que ha evolucionado el instrumento. Gracias a este hecho, pudimos disfrutar de una parábola en el tiempo de cerca de un siglo que iba de Chacón a Martín.


A Mayte siempre le han gustado los híbridos, buscar nexos y conexiones entre diferentes géneros y estilos. Con esta premisa presentó una petenera que mezcló con un son mexicano. Explicó que después de una estancia en México se había dado cuenta de que el son mexicano se adecuaba a la petenera y que a raíz de ello se había atrevido a hacer una fusión entre los dos estilos. En los fandangos de Huelva hizo un recorrido por toda la riqueza de este género a través de los diferentes fandangos con ritmo y sus variantes que se cantan en Huelva y en todos los pueblos de alrededor. Y por si fuera poco llegaron los dos mejores momentos del recital, cuando cantó los dos estilos con más compromiso del flamenco clásico, la soleá y la siguiriya. La forma con la que encara la siguiriya Mayte es preciosa. Manteniendo el ritmo y el espíritu de este palo, lo transporta a un terreno personal en el que mantiene la tragedia, la tristeza y la fatalidad, pero suavizando la dureza y armonizando su profundidad. Coge el lamento primitivo y lo viste sin dejarlo tanto seco y desnudo.
El recital se terminó por bulerías, incluyendo la variante de "canción por bulerías". Cuando terminó, el público se levantó entusiasmado.
Hagas lo que hagas, Mayte, no dejes de volver a este formato, el "Flamenco clásico".